miércoles, 28 de enero de 2015

JUAN Y LAS HABICHUELAS MÁGICAS: SEXTA SESIÓN DEL TALLER DE CUENTOS.

Juan y las judías mágicas
         Esta semana ha venido la mamá de Marco a narrarnos el cuento, en nuestro Taller.
         Virginia nos ha contado un cuento muy bonito que lleva por título "Juan y las habichuelas mágicas". A ella también se lo contaba su mamá cuando era pequeña.







          Juan vivía con su madre en una cabaña del bosque. Como con el tiempo fue empeorando la situación familiar, la madre mandó a Juan a la ciudad, para que allí intentase vender la única vaca que tenían...
El niño se puso en camino, llevando atado con una cuerda al animal, y se encontró con un hombre que llevaba un saquito de habichuelas.
-Son mágicas -explicó aquel hombre-. Si te gustan, te las daré a cambio de la vaca. Así lo hizo Juan, y volvió muy contento a su casa. Pero la mamá, disgustada al ver que Juan había sido engañado, cogió las habichuelas y las arrojó a la calle.

          Cuando se levantó Juan al día siguiente, fue grande su sorpresa al ver que las habichuelas habían crecido tanto durante la noche, que las ramas se perdían de vista. ¡¡Sí que eran mágicas!!
         Se puso a trepar por la planta, y llegó hasta un castillo y vio a un malvado ogro que tenía una gallina y unas monedas de oro. Esperó el niño a que el ogro se durmiera, y tomando la gallina, escapó con ella. Llegó a las ramas de las habichuelas, y descolgándose, tocó el suelo y entró en su casa...
La madre se puso muy contenta. Y así su situación familiar mejoró muchísimo...
         El cuento continúa y el final nos ha gustado mucho. ¡¡Os invitamos a leerlo!! La moraleja del mismo es la valentía de este niño para poder ayudar a su mamá.

         Virginia nos mostró las láminas del cuento y nos hizo preguntas para ver si lo habíamos comprendido. A continuación nos explicó la actividad medio-ambiental que íbamos a realizar:  plantar habichuelas en un vaso de plástico.
          
Y así lo hicimos...

















          Ahora tenemos que cuidar nuestra planta y esperar a que crezca. ¡Estamos impacientes!. Nos hemos comprometido a llevarla al colegio cuando eso ocurra.

          Le pusimos una etiqueta con nuestro nombre y la decoramos con unos sellos muy "chulos" que nos trajo Virginia.

          Así quedaron:



         


¡MUCHAS GRACIAS!




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